Por Josefina Mazzoleni, Co-Founder
Un único proyecto puede comprender varias estrategias que, a su vez, funcionan como un conjunto de acciones planificadas con el objetivo de cumplir determinadas metas.
Ahora bien, cada industria tiene su particularidad y por eso es importante pensar en iniciativas que respondan a necesidades concretas. Ante el predominio de lo digital, el ámbito de las industrias culturales nos exige pensar estrategias integrales orientadas a fortalecer el impacto en las audiencias foco.
En este artículo encontrarás las claves para llevar adelante un plan de comunicación cultural exitoso.
Si bien es cierto que el prestigio y reconocimiento global le juega a favor a ciertas instituciones de renombre, el éxito de los proyectos culturales depende de la capacidad para conectar con la audiencia adecuada en los canales indicados.
Cuando el objetivo es comunicar cultura, no hablamos de objetivos estrictamente comerciales sino más bien de ampliar la visibilidad y, en consecuencia, fortalecer su impacto social. Museos, festivales, exposiciones, eventos, residencias y programas para artistas pueden beneficiarse de estrategias de comunicación integrales que sean capaces de inspirar y motivar a las personas.
En el panorama actual, las plataformas digitales no solo actúan como canales de difusión, sino que también facilitan la interacción directa con los usuarios. Este entorno nos permite pensar acerca de la transformación en los modos de uso y apropiación de proyectos culturales por parte de los grupos de interés.
Hoy, las exposiciones pueden tener lugar en espacios físicos pero su presencia se transforma a través de la viralización y la interpretación que hacen las personas de los productos culturales. A diferencia de lo que muchos críticos afirman, la tecnología también puede acercarnos, generar encuentros en la distancia. La comunicación cultural puede pensarse también como una extensión de la obra en el plano digital acompañando el desarrollo del proyecto y respetando la propuesta artística.
Establecer objetivos deben ser específicos, medibles, alcanzables, relevantes y con un límite temporal: Aunque hablemos de bienes culturales, es clave pensar en términos de resultados tanto cualitativos como cuantitativos. Estos pueden incluir aumentar la asistencia a eventos culturales, incrementar el número de membresías de un museo o centro cultural, promover la participación en talleres educativos, fortalecer la identidad de una institución, potenciar el lanzamiento de un programa de becas para artistas, entre otros.
Definir el público objetivo: Antes de encarar cualquier acción de comunicación, es necesario establecer el segmento específico al que nos interesa impactar. Para esto, debemos tener en cuenta datos demográficos, preferencias e intereses que podemos obtener a partir de una investigación de mercado y creación de buyers personas o perfiles de clientes ideales.
Identificar los canales adecuados: Como sabemos, cada plataforma tiene sus propias características y funcionalidades específicas. Cuando definimos el público objetivo, debemos tener en cuenta dónde se encuentra, cómo se comunica e interactúa. Instagram, desde sus inicios se diferenció por su capacidad para visibilizar contenidos visuales como, mientras que Twitter puede ser más efectivo para discusiones en tiempo real sobre temas actuales. Por su parte, YouTube se erige como un canal valioso para la transmisión en vivo. La elección de los canales debe alinearse con los objetivos y el contenido del proyecto cultural, asegurando una coherencia con el perfil de la institución que lo lleva adelante.
Planificación y creación de contenidos: La creatividad desempeña un papel crucial al momento de generar interés en iniciativas culturales. Si tenemos en cuenta el segmento al que apuntamos, podemos pensar en la importancia que le atribuyen a la forma en que se presenta el contenido. Desde la redacción creativa hasta las campañas de video de calidad, es importante desarrollar contenido que no solo informe, sino también inspire y conecte emocionalmente con la audiencia profundizando en las temáticas en cuestión. En un universo tan saturado de contenido visual, es vital hacer la diferencia a través del tratamiento cuidadoso que permita e invite a detenerse a leer, a mirar, a escuchar para disfrutar.
Conversaciones con expertos: Organizar debates o charlas con especialistas en el campo cultural ayuda a profundizar en temas específicos y otorga prestigio y relevancia a los proyectos.
Influencers Culturales: Trabajar junto a influencers en ámbitos del arte, la cultura y la creatividad puede ser de gran ayuda para orientar el contenido a audiencias que realmente estén interesadas.
Concursos y Desafíos Creativos: Para promover la participación de las personas, los concursos de diferentes disciplinas artísticas relacionados al proyecto cultural pueden aumentar la interacción y potenciar la generación de contenido por parte de los usuarios.
Streaming y contenido en vivo: Utilizar transmisiones en vivo en plataformas como YouTube para eventos, performances, entrevistas o conferencias en vivo puede llegar a una audiencia global en tiempo real y permitir la participación activa a través de comentarios y preguntas.
Redes de Colaboración Cultural: Publicaciones colaborativas en redes sociales, exposiciones y conferencias en centros culturales, mención en un newsletter mensual son algunos ejemplos.
Como vimos, la comunicación estratégica es esencial para el éxito de cualquier tipo de proyecto. Sin embargo, es necesario comprender las necesidades de cada industria para lograr una comunicación consistente y sostenible en el tiempo. Las nuevas tecnologías, así como la adaptación a las tendencias del mundo digital, son aliadas de la comunicación cultural siempre y cuando las personas a cargo tengan en claro la importancia de una planificación y ejecución ordenada.
Desde Glosa Estudio, acompañamos a las organizaciones en el desafío de generar estrategias según objetivos específicos.
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